Se escapaba de su recuerdo,
como un pájaro en la mañana
surcando su piel entre las sábanas blancas,
teñidas por el azul del cielo.
Ya no supurarían
mas su nombre.
Tendida en la cama,
con su pecho descubierto,
ve marcharse cada mañana,
al amante que no dice su nombre.
Su blanca piel invita a cualquiera
a husmear entre sus senos,
a perderse en sus rincones,
a buscar sus lunares.
Pero ya nadie la buscará a ella,
Porque hace tiempo que no existe.
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